Easter

Day 8: Christ is Risen!

Read:

John 20:1-23; Matthew 28:1-15; Mark 16:1-8; Luke 24:1-12

Reflect:

Christ is risen indeed! There has never been a more powerful, earth-shaking and meaningful event in all of human history. Jesus rose from the dead and in so doing conquered death. There is much evidence confirming that this really happened (which we cannot explore here). All four Gospel writers recognized the great importance of Jesus’ resurrection and recorded it with various differing details. It will become clear in later reflections that when Jesus rose bodily from the dead it was more than simply a resuscitation back into his former life. His resurrection body had new, glorious features that far transcended our current existence. The event itself came as a surprise to his followers and struck astonishment, fear, incredulity and scepticism in their hearts and minds. Astounding as it was, it was not met with welcoming exclamations, such as, “Finally, you kept your promise to rise from the dead.” No, it came as an unexpected shock!

It is interesting to note that the only person in the story mentioned by all four Gospels is Mary Magdalene, a woman from whom Jesus had expelled seven demons (Mark 16:9). Other women and Jesus’ disciples are also part of the account, but Mary Magdalene is featured most prominently. We will reflect on her experiences as recorded in John 20.

Mary, together with other women (see we in v 2), was the first to see the empty tomb and report it Peter and another disciple, presumably John (vv 1-2). She assumed that some people had removed the body to an unknown place. However, she did not leave the tomb like Peter and the other disciple had, but stayed there weeping in her grief (v 11). She must have been in quite a daze because even the presence of two angels did not seem to shock her. All she wanted to know was where others had laid Jesus. She was desperately focused on finding my Lord (v 13) because she loved him and wanted to give him proper burial rites. Her distress was so great that she didn’t recognize Jesus when he spoke to her, but confused him for the gardener. It was only when Jesus spoke her name that she suddenly recognized him and embraced him with joy. She addressed him respectfully and personally as Rabboni (my teacher), which in itself was remarkable because in her culture women were not normally accepted as those who learned from a rabbi. So Mary was privileged to be the first person to see the resurrected Lord and speak with him. In addition, she was also the first to actually believe that Jesus had risen from the dead. Something Peter and the other disciple had not grasped when they initially examined the empty tomb (see Luke 24:10-11).

Most striking of all Mary was the first person to announce Jesus’ resurrection. Jesus specifically commissioned her to go to his brothers and tell them he was alive and ascending to his Father (v 17). She went to the disciples and announced: I have seen the Lord; and told them all he had said to her (v 18). So Mary Magdalene turned out to be the first apostle/messenger of the good news (that Jesus, who was crucified, had risen from the dead). In fact, she became the apostle to the apostles, as the disciples came to be called. What a remarkable privilege!

We can learn much from Mary on this Easter day. Her love for the Lord shining through the tears of her grief is a wonderful example of the love we can have for the risen Lord. Her joy when she saw him alive stimulates our joy that Christ is risen indeed. Her ready response to announce his resurrection moves us to gladly proclaim the wonderful news that Jesus is alive and is making all things new.

Respond:

Let us thank God that the Jesus who died was gloriously raised from the dead. He himself declared (John 11:25):

I am the resurrection and the life. Whoever believes in me, though he die, yet shall he live.

Because he lives we shall live! With joy we shout: Christ is risen indeed!!


¡Cristo ha resucitado!

Leer:

Juan 20:1-23; Mateo 28:1-15; Marcos 16:1-8; Lucas 24:1-12

Reflexionar:

¡Cristo ha resucitado en verdad! Nunca ha habido un evento más poderoso, trascendental y significativo en toda la historia humana. Jesús resucitó de entre los muertos y al hacerlo venció a la muerte. Hay mucha evidencia que confirma que esto realmente sucedió (que no podemos explorar aquí). Los cuatro escritores de los Evangelios reconocieron la gran importancia de la resurrección de Jesús y la registraron con varios detalles diferentes. Quedará claro en reflexiones posteriores que cuando Jesús resucitó corporalmente de entre los muertos, fue más que una simple resucitación a su vida anterior. Su cuerpo de resurrección tenía características nuevas y gloriosas que trascendían nuestra existencia actual. El evento en sí fue una sorpresa para sus seguidores y generó asombro, miedo, incredulidad y escepticismo en sus corazones y mentes. Por asombroso que fuera, no fue recibido con exclamaciones de bienvenida, como: “Finalmente, cumpliste tu promesa de resucitar de entre los muertos”. No, ¡llegó como un shock inesperado!

Es interesante notar que la única persona en la historia mencionada por los cuatro Evangelios es María Magdalena, una mujer de quien Jesús había expulsado siete demonios (Marcos 16:9). Otras mujeres y los discípulos de Jesús también forman parte del relato, pero María Magdalena es la más destacada. Reflexionaremos sobre sus experiencias registradas en Juan 20.

María, junto con otras mujeres (ver nosotros en el v. 2), fue la primera en ver la tumba vacía y se lo informó a Pedro y a otro discípulo, presumiblemente Juan (vv. 1-2). Supuso que algunas personas habían llevado el cuerpo a un lugar desconocido. Sin embargo, ella no salió de la tumba como lo habían hecho Pedro y el otro discípulo, sino que se quedó allí llorando de dolor (v 11). Debió haber estado bastante aturdida porque incluso la presencia de dos ángeles no pareció sorprenderla. Todo lo que quería saber era dónde otros habían puesto a Jesús. Ella estaba desesperadamente enfocada en encontrar a mi Señor (v 13) porque lo amaba y quería darle los ritos funerarios apropiados. Su angustia fue tan grande que no reconoció a Jesús cuando le habló, sino que lo confundió con el jardinero. Fue solo cuando Jesús pronunció su nombre que de repente lo reconoció y lo abrazó con alegría. Ella se dirigió a él respetuosamente y personalmente como Rabboni (mi maestro), lo que en sí mismo era notable porque en su cultura normalmente no se aceptaba a las mujeres como aquellas que aprendían de un rabino. Así que María tuvo el privilegio de ser la primera persona en ver al Señor resucitado y hablar con él. Además, también fue la primera en creer que Jesús había resucitado de entre los muertos. Algo que Pedro y el otro discípulo no habían captado cuando inicialmente examinaron la tumba vacía (ver Lucas 24:10-11).

Lo más llamativo de todo es que María fue la primera persona en anunciar la resurrección de Jesús. Jesús le encargó específicamente que fuera a sus hermanos y les dijera que estaba vivo y ascendía a su Padre (v 17). Ella fue a los discípulos y anunció: He visto al Señor; y les contó todo lo que le había dicho (v 18). Entonces María Magdalena resultó ser la primera apóstol/mensajera de las buenas nuevas (que Jesús, quien fue crucificado, había resucitado de entre los muertos). De hecho, se convirtió en la apóstol de los apóstoles, como llegaron a ser llamados los discípulos. ¡Qué notable privilegio!

Podemos aprender mucho de María en este día de Pascua. Su amor por el Señor brillando a través de las lágrimas de su dolor es un maravilloso ejemplo del amor que podemos tener por el Señor resucitado. Su alegría cuando lo vio vivo estimula nuestra alegría de que Cristo haya resucitado de verdad. Su pronta respuesta para anunciar su resurrección nos mueve a proclamar con alegría la maravillosa noticia de que Jesús está vivo y está haciendo nuevas todas las cosas.

Responder:

Demos gracias a Dios porque el Jesús que murió, resucitó gloriosamente de entre los muertos. Él mismo declaró (Juan 11:25 (NTV) ):

Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.

¡Porque él vive nosotros viviremos! Con alegría gritamos: ¡Cristo ha resucitado en verdad!