Read:
Reflect:
In normal circumstances the birth of a baby is an exciting event. Parents, family and friends look forward with keen anticipation to welcome a new life and rejoice when it arrives. No doubt Mary and Joseph waited expectantly for the arrival of their firstborn. They knew it was a boy by angelic forecast, even before the days of ultrasounds. The amazing things they had been told about this son, to be named Jesus, must have heightened their level of curiosity and wonder how it would all turn out and what he would become. But first they had to deal with his actual birth under trying circumstances.
The edict of Caesar Augustus required Joseph and Mary to travel to Bethlehem for the registration. This was itself a difficult journey for a pregnant woman, and when they arrived in Bethlehem it was hard to get suitable accommodations. They probably had to stay with relatives or friends whose homes were already crowded with no space in the “inn” (could be translated as guest room). So when Jesus was born he was place in a manger (feeding trough) located in a lower level of the home where animals were kept. So Jesus came into this world in very humble circumstances (Luke mentions the manger three times: vv 7, 12, 16). Mary and Joseph, though poor themselves, did the best they could to provide for him.
When the shepherds found Mary, Joseph and the baby they reported all that the angels had said about the child. No doubt Mary and Joseph heard it all (vv 17-18). Mary clasped these words to her heart like a treasure and thought deeply about all that it might mean (v 19). She likely recalled Gabriel’s initial announcement that she was favored by God to give birth to the Son of God (Luke 1:26-38). Thoughts of Elizabeth’s Spirit-inspired blessing came rushing back to her mind (Luke 1:39-45). Even her own joyous praise of God in the Magnificat (Luke 1:46-55) must have resurfaced in her thoughts. And now she had received the angelic words reported by the shepherds. How could all this be real and true? One wonders how clearly Mary realized that when she gazed at the baby that had come from her womb she was looking at the face of God? In spite of the mystery in it all Mary’s experience of Advent was deep and profound.
Mary and Joseph also experienced Advent as observant Jews. According to regular Jewish custom they circumcised the baby on the eighth day and named him Jesus, as Gabriel had instructed Mary even before the child was conceived (v 21). They also followed the purification rites Moses prescribed in Exodus 13, and offered a sacrifice of turtledoves or pigeons as the Law dictated (Leviticus 12:8) for the poor who could not afford a lamb (vv 22-24). They remained faithful to old covenant requirements, probably not recognizing that these would be fulfilled in a matter of years through a new covenant established by the Savior now born. It should be clear that the advent of Jesus was a thoroughly Jewish story of which many became beneficiaries.
What can we learn from Mary and Joseph? First, normal parental care for our children with the resources available to us. Secondly, commitment to deep reflection (like Mary did) on the meaning of Jesus’ advent for our lives. Thirdly, recognition of the seamless continuation of the Old Testament/Jewish story and the fulfillment of it in the advent of Jesus and all that followed as recorded in the New Testament. In other words, the God of Abraham, Isaac and Jacob is the Father of our Savior and Lord Jesus Christ. This God came to us in Jesus!
Respond:
Worship the Savior who was born and reflect on his glorious greatness!
1 Arise, shine, for your light has come, and the glory of the LORD has risen upon you. 2 For behold, darkness shall cover the earth, and thick darkness the peoples; but the LORD will arise upon you, and his glory will be seen upon you. 3 And nations shall come to your light, and kings to the brightness of your rising. (Isaiah 60:1-3)
La experiencia de Adviento de María y José
Lea:
Lucas 2:1-7; 15-24
Reflexione:
En circunstancias normales, el nacimiento de un bebé es un evento emocionante. Los padres, la familia y los amigos esperan con gran anticipación dar la bienvenida a una nueva vida y regocijarse cuando llega. Sin duda María y José esperaban expectantes la llegada de su primogénito. Sabían que era un niño por pronóstico angelical, incluso antes de los días de los ultrasonidos. Las cosas asombrosas que les habían dicho acerca de este hijo, que se llamaría Jesús, deben haber aumentado su nivel de curiosidad y debían preguntarse cómo resultaría todo y en qué se convertiría. Pero primero tuvieron que lidiar con su nacimiento real en circunstancias difíciles.
El edicto de César Augusto requería que José y María viajaran a Belén para el registro. Este fue en sí mismo un viaje difícil para una mujer embarazada, y cuando llegaron a Belén fue difícil conseguir un alojamiento adecuado. Probablemente tuvieron que quedarse con familiares o amigos cuyas casas ya estaban llenas y sin espacio en la "posada" (podría traducirse como habitación de invitados). Entonces, cuando Jesús nació, fue colocado en un pesebre ubicado en un nivel inferior de la casa donde se guardaban los animales. Entonces Jesús vino a este mundo en circunstancias muy humildes (Lucas menciona el pesebre tres veces: vv 7, 12, 16). María y José, aunque ellos mismos eran pobres, hicieron lo mejor que pudieron para mantenerlo.
Cuando los pastores encontraron a María, José y el bebé, informaron todo lo que los ángeles habían dicho sobre el niño. Sin duda María y José escucharon todo (vv 17-18). María estrechó estas palabras en su corazón como un tesoro y pensó profundamente en todo lo que podría significar (v 19). Probablemente recordó el anuncio inicial de Gabriel de que Dios la favorecía para dar a luz al Hijo de Dios (Lucas 1:26-38). Pensamientos de la bendición de Isabel inspirada por el Espíritu volvieron a su mente (Lucas 1:39-45). Incluso su propia alabanza gozosa a Dios en el Magníficat (Lucas 1:46-55) debe haber resurgido en sus pensamientos. Y ahora ella había recibido las palabras angelicales reportadas por los pastores. ¿Cómo podría ser todo esto real y verdadero? Uno se pregunta cuán claramente se dio cuenta María de que cuando miraba al bebé que había salido de su vientre, estaba mirando el rostro de Dios. A pesar del misterio que encierra, toda la experiencia de Adviento de María fue honda y profunda.
María y José también experimentaron el Adviento como judíos observantes. De acuerdo con la costumbre judía regular, circuncidaron al bebé al octavo día y lo llamaron Jesús, como Gabriel había instruido a María incluso antes de que el niño fuera concebido (v 21). También siguieron los ritos de purificación prescritos por Moisés en Éxodo 13, y ofrecieron un sacrificio de tórtolas o palomas como dictaba la Ley (Levítico 12:8) para los pobres que no podían pagar un cordero (vv 22-24). Permanecieron fieles a los requisitos del antiguo pacto, probablemente sin reconocer que estos se cumplirían en cuestión de años a través de un nuevo pacto establecido por el Salvador ahora nacido. Debe quedar claro que el advenimiento de Jesús fue una historia completamente judía de la cual muchos se beneficiaron.
¿Qué podemos aprender de María y José? Primero, cuidado parental normal para nuestros hijos con los recursos disponibles para nosotros. En segundo lugar, compromiso de reflexión profunda (como hizo María) sobre el significado del advenimiento de Jesús para nuestras vidas. En tercer lugar, el reconocimiento de la continuación ininterrumpida de la historia del Antiguo Testamento/judío y su cumplimiento en el advenimiento de Jesús y todo lo que siguió, tal como está registrado en el Nuevo Testamento. En otras palabras, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob es el Padre de nuestro Salvador y Señor Jesucristo. ¡Este Dios vino a nosotros en Jesús!
Responda:
¡Adorad al Salvador que nació y reflexionad sobre su gloriosa grandeza!
1 »¡Levántate, Jerusalén! Que brille tu luz para que todos la vean. Pues la gloria del Señor se levanta para resplandecer sobre ti. 2 Una oscuridad negra como la noche cubre a todas las naciones de la tierra, pero la gloria del Señor se levanta y aparece sobre ti. 3 Todas las naciones vendrán a tu luz; reyes poderosos vendrán para ver tu resplandor. (Isaías 60:1-3)