Christmas

December 4 / Day 2: Advent Annunciation to Mary

Read:

Luke 1:26-38

Reflect:

Privilege is an amazing gift to have. It brings with it many advantages, benefits and opportunities. On the other hand, it also carries immense responsibility. How one uses it is very important, since it can very easily be abused. A mere glance at how our world operates demonstrates the point. Mary, the mother of Jesus, was highly privileged. How she responded is the focus of these reflections.

 God made a special effort to communicate with Mary by sending Gabriel, the archangel who stands in the presence of God (v 19), to deliver a personal message to her (vv 26-27). If this were not privilege enough, Gabriel himself appears to be in awe when he utters the divine greeting to Mary: Greetings, O favored one, the Lord is with you!  (v 28). In fact, later on Elizabeth cried out: Blessed are you among women (v 42). It is awesome to realize that God had chosen Mary for special favor and was personally present with her. Mary’s perplexity at such a greeting, as well as her fear, are understandable. Gabriel reassured her and repeated the affirmation of God’s favor (grace): Do not be afraid, Mary, for you have found favor with God. (v 30). Then “the other shoe dropped” when Mary was told what this great favor involved. She was to give birth to Jesus, the Son of the Most High (note the astounding description of who this Son is, and what he will do in verses 32-33).

Yes, this “favor” may be a great privilege, but it also raised some serious problems for Mary.

So she responded: How will this be, since I am a virgin? (v 34). She needed some explanation how this could happen because she was a virgin and already engaged to Joseph (see v 27). She did not resist the divine message, like Zechariah did when he asked for a further sign (v 18), but asked for guidance. Then she was asked to believe and accept a more astounding reality. Gabriel tells her that the Holy Spirit will be responsible for the conception of this child – the Son of God (v 35). Was such a miraculous conception even possible? The angel assured her that Elizabeth, her barren relative, had also experienced a miracle and was six months pregnant (v 36). Mary needed to accept that nothing will be impossible with God. (v 37). But what would Joseph think? What would he do? How would people respond if she was found to be pregnant outside of wedlock? Would her family and society reject her? These were some of the challenges Mary faced when what God expected of her clashed with the customs and conventions of her life.

Her response was one of deep faith and submission to the will of God. She said:

Behold, I am the servant of the Lord; let it be to me according to your word. (v 38).

What a remarkable testimony. She declared herself willing to serve the Lord whatever the consequences to her own plans and wishes might be. She desired for herself the very thing that God wanted from her. The Lord’s will, not hers, was most important. Yes, Mary was given a very high privilege, but she used it responsibly with humility and faith.

What then is the take-away from Mary’s experience? First, we honor her. Though we do not pray to Mary, we respect her highly for her faith and obedience. Secondly, we want to follow her example of being completely willing to do what God asks of us. Thirdly, we want to use the privileges we were given by God in service to others less fortunate than ourselves. Fourthly, we long to genuinely accept for our own lives that nothing will be impossible with God. We trust him to do what is for our good.                              

Respond:

Ponder this benediction from Paul as you pray and worship the God of the impossible.

20 Now to him who is able to do far more abundantly than all that we ask or think, according to the power at work within us, 21 to him be glory in the church and in Christ Jesus throughout all generations, forever and ever. Amen. (Ephesians 3:20-21)


Adviento Anunciación a María

Lea:

Lucas 1:26-38

Reflexione:

El privilegio es un regalo increíble para tener. Trae consigo muchas ventajas, beneficios y oportunidades. Por otro lado, también conlleva una inmensa responsabilidad. Cómo se usa el privilegio es muy importante, ya que se puede abusar muy fácilmente de él. Una simple mirada a cómo funciona nuestro mundo demuestra este punto. María, la madre de Jesús, fue muy privilegiada. Cómo respondió ella, es el centro de estas reflexiones.

Dios hizo un esfuerzo especial para comunicarse con María enviando a Gabriel, el arcángel que está en la presencia de Dios (v 19), para entregarle un mensaje personal (vv 26-27). Si esto no fuera suficiente privilegio, el mismo Gabriel parece estar asombrado cuando pronuncia el saludo divino a María: ¡«¡Saludos, mujer favorecida! ¡El Señor está contigo! (v 28). De hecho, más tarde Isabel exclamó: Bendita tú entre las mujeres (v 42). Es asombroso darse cuenta de que Dios había elegido a María para un favor especial y estaba personalmente presente con ella. La perplejidad de María ante tal saludo, así como su temor, son comprensibles. Gabriel la tranquilizó y repitió la afirmación del favor (gracia) de Dios: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios. (v 30). Luego le contaron a María en qué consistía este gran favor: ella iba a dar a luz a Jesús, el Hijo del Altísimo (nota la sorprendente descripción de quién es este Hijo y lo que él hará, en los versículos 32-33).

Sí, este “favor” puede ser un gran privilegio, pero también le representa algunos problemas serios a María.

Entonces ella respondió: ¿Cómo será esto, ya que soy virgen? (v 34). Necesitaba alguna explicación de cómo podía suceder esto porque era virgen y ya estaba comprometida con José (ver v. 27). Ella no resistió el mensaje divino, como lo hizo Zacarías cuando pidió una señal más (v 18), pero pidió orientación. Luego se le pidió que creyera y aceptara una realidad más asombrosa. Gabriel le dice que el Espíritu Santo será el responsable de la concepción de este niño, el Hijo de Dios (v 35). ¿Era posible una concepción tan milagrosa? El ángel le aseguró que Isabel, su pariente estéril, también había experimentado un milagro y estaba embarazada de seis meses (v 36). María necesitaba aceptar que nada sería imposible para Dios. (v 37). Pero, ¿qué pensaría José? ¿Qué haría? ¿Cómo respondería la gente si se descubriera que estaba embarazada fuera del matrimonio? ¿La rechazarían su familia y la sociedad? Estos fueron algunos de los desafíos que María enfrentó cuando lo que Dios esperaba de ella, chocó con las costumbres y convenciones de su vida.

Su respuesta fue de profunda fe y sumisión a la voluntad de Dios. Ella dijo:

Soy la sierva del Señor. Que se cumpla todo lo que has dicho acerca de mí. (v 38).

¡Qué notable testimonio!. Se declaró dispuesta a servir al Señor sin importar las consecuencias para sus propios planes y deseos. Ella deseaba para sí misma lo mismo que Dios quería de ella. La voluntad del Señor, no la de ella, era lo más importante. Sí, a María se le dio un privilegio muy alto, pero lo usó responsablemente, con humildad y fe.

Entonces, ¿cuál es la conclusión de la experiencia de María? Primero, la honramos. Aunque no rezamos a María, la respetamos mucho por su fe y obediencia. Segundo, queremos seguir su ejemplo de estar completamente dispuestos a hacer lo que Dios nos pide. Tercero, queremos usar los privilegios que Dios nos dio para servir a otros menos afortunados que nosotros. Cuarto, anhelamos aceptar genuinamente para nuestras propias vidas que nada será imposible para Dios. Confiamos en que él obrará a nuestro favor. 

Responda:

Reflexione sobre esta bendición de Pablo mientras ora y adora al Dios de imposibles.

20 Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros. 21¡Gloria a él en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones desde hoy y para siempre! Amén. (Efesios 3:20-21)