Christmas

Day 16: Simeon’s Joy at Advent

Read:

Luke 2:25-35; Galatians 5:16-26

Reflect:

What is on your “bucket list”? What are the things you wish to accomplish or experience in the years ahead? Depending on your age that list may be long or relatively short. In today’s passage Simeon’s “bucket list” was quite short. He was waiting in hope to see the arrival of the consolation of Israel, the divine deliverance of Israel from oppression, before he died. He was waiting for Advent and it came to him in a surprising way. The Holy Spirit had revealed to him that he would see the Lord’s Christ/Messiah before his demise (v 26). This did not happen in a vacuum. Simeon was a righteous (adhering to the Law of God) and devout (God-fearing) man on whom the Holy Spirit rested (v 25), and God blessed him with the realization of his desire. Even as an old covenant saint he walked by the Spirit (see Galatians 5:16-26), so it is not at all surprising that the Spirit prompted him to go to the temple at the same time that Mary and Joseph arrived there with Jesus. No doubt it was the Spirit who helped him to recognize instantly that the child Jesus was the fulfillment of his long-awaited hope, so he cradled him in his arms and blessed God (v 27).

Simeon’s praise to God (vv 29-33) has several significant aspects. First, he recognized that God’s salvation was anchored in the person of Jesus. Even though he was looking at a baby he understood that salvation would come through him, and he was at peace. His readiness to die was not a death-wish, but a recognition that death could now come because God’s promise had been fulfilled. The second aspect shows how deeply Simeon was immersed in the Scriptures and understanding of God’s purposes for the whole world. This salvation was for all peoples (v 31), not just Israel. Jesus came into the world as a light to reveal to the Gentile world that they were included in the divine purpose to create one people of God in Jesus composed of believing Jews and Gentiles alike (see Ephesians 2:11-22). At the same time it would bring much glory (honor and praise) to Israel because the Savior/Messiah had been brought into the world through them. Simeon showed great prophetic insight in recognizing all this. Surely because the Spirit was on him. Joseph and Mary appear to stand “open-mouthed” and amazed at the astounding things said about their son.

Finally, Simeon blessed Jesus’ parents who were privileged to raise the Messiah. Then he pointed out to Mary that the child would become a divisive force in Israel. People would either believe in him or oppose him. In the end the true motives of their hearts would be revealed. Then he told Mary: a sword will pierce through your own soul (v 35), a veiled prediction of the pain she would experience at Jesus’ crucifixion. The prophetic powers of Simeon were substantial and realistic. Wonderful as the advent of the Savior was, his work and mission would be marked by struggle, controversy and hardship as well as blessing and redemption. Truly, Jesus’ parents had much to ponder.

Simeon has much to teach us. First, let us make sure our “bucket list” includes worthy God-honoring desires. Secondly, let us strive regularly to walk by the Spirit so that our path, words, actions and decisions are illumined by God’s light. Thirdly, let us rejoice in the fact that we are included in the one renewed people of God – that salvation is for us. Fourthly, let us recognize that the life of discipleship is composed of both blessings and struggles, as it did for Jesus.

Respond:

Worship God alone whose salvation Simeon saw in the face of the child Jesus.

5 For God alone, O my soul, wait in silence, for my hope is from him. 6 He only is my rock and my salvation, my fortress; I shall not be shaken. 7 On God rests my salvation and my glory; my mighty rock, my refuge is God. 8 Trust in him at all times, O people; pour out your heart before him; God is a refuge for us. (Psalm 62:5-8)


La alegría de Simeón en el Adviento

Lea:

Lucas 2:25-35; Gálatas 5:16-26

Reflexione:

¿Qué hay en su “lista de deseos”? ¿Cuáles son las cosas que desea lograr o experimentar en los próximos años? Dependiendo de su edad, esa lista puede ser larga o relativamente corta. En el pasaje de hoy, la “lista de deseos” de Simeón era bastante corta. Estaba esperando con esperanza ver la llegada del consuelo de Israel, la liberación divina de Israel de la opresión, antes de morir. Estaba esperando el Adviento y le llegó de manera sorprendente. El Espíritu Santo le había revelado que vería al Cristo/Mesías del Señor antes de su muerte (v 26). Esto no sucedió porque sí. Simeón era un hombre justo (se adhirió a la Ley de Dios) y devoto (temeroso de Dios) sobre quien descansó el Espíritu Santo (v 25), y Dios lo bendijo con la realización de su deseo. Incluso como santo del antiguo pacto caminó por el Espíritu (ver Gálatas 5:16-26), por lo que no es de extrañar que el Espíritu lo impulsara a ir al templo al mismo tiempo que María y José llegaban allí con Jesús. Sin duda fue el Espíritu quien lo ayudó a reconocer instantáneamente que el niño Jesús era el cumplimiento de su anhelada esperanza, por lo que lo acunó en sus brazos y bendijo a Dios (v 27).

La alabanza de Simeón a Dios (vv 29-33) tiene varios aspectos significativos. Primero, reconoció que la salvación de Dios estaba anclada en la persona de Jesús. Aunque estaba mirando a un bebé, entendió que la salvación vendría a través de él y estaba en paz. Su disposición a morir no era un deseo de muerte, sino un reconocimiento de que la muerte ahora podía llegar porque la promesa de Dios se había cumplido. El segundo aspecto muestra cuán profundamente sumergido estaba Simeón en las Escrituras y la comprensión de los propósitos de Dios para el mundo entero. Esta salvación era para todos los pueblos (v 31), no solo para Israel. Jesús vino al mundo como una luz para revelar al mundo gentil que estaban incluidos en el propósito divino de crear un pueblo de Dios en Jesús, compuesto de creyentes judíos y gentiles por igual (ver Efesios 2:11-22). Al mismo tiempo traería mucha gloria (honor y alabanza) a Israel porque el Salvador/Mesías había sido traído al mundo a través de ellos. Simeón mostró una gran perspicacia profética al reconocer todo esto. Seguramente porque el Espíritu estaba sobre él. José y María parecen estar "boquiabiertos" y asombrados por las cosas asombrosas que se dijeron sobre su hijo.

Finalmente, Simeón bendijo a los padres de Jesús que tuvieron el privilegio de criar al Mesías. Luego le señaló a María que el niño se convertiría en una fuerza divisiva en Israel. La gente creería en él o se le opondría. Al final, los verdaderos motivos de sus corazones serían revelados. Luego le dijo a María: una espada atravesará tu propia alma (v 35), una predicción velada del dolor que ella experimentaría en la crucifixión de Jesús. Los poderes proféticos de Simeón eran sustanciales y realistas. Por maravilloso que fuera el advenimiento del Salvador, su obra y misión estarían marcadas por la lucha, la controversia y las dificultades, así como por la bendición y la redención. En verdad, los padres de Jesús tenían mucho en qué reflexionar.

Simeón tiene mucho que enseñarnos. Primero, asegurémonos de que nuestra “lista de deseos” incluya deseos dignos que honren a Dios. En segundo lugar, esforcémonos regularmente por caminar en el Espíritu para que nuestro camino, nuestras palabras, nuestras acciones y nuestras decisiones sean iluminadas por la luz de Dios. En tercer lugar, alegrémonos por el hecho de que estamos incluidos en el único pueblo renovado de Dios: que la salvación es para nosotros. En cuarto lugar, reconozcamos que la vida del discipulado se compone tanto de bendiciones como de luchas, como sucedió con Jesús.

Responda:

Adora solo a Dios cuya salvación vio Simeón en el rostro del niño Jesús.

5 Que todo mi ser espere en silencio delante de Dios, porque en él está mi esperanza. 6 Solo él es mi roca y mi salvación, mi fortaleza donde no seré sacudido. 7 Mi victoria y mi honor provienen solamente de Dios; él es mi refugio, una roca donde ningún enemigo puede alcanzarme. 8 Oh pueblo mío, confía en Dios en todo momento; dile lo que hay en tu corazón, porque él es nuestro refugio(Salmo 62:5-8)