Day 18: The Magi’s Advent Visit

Read: 

Matthew 2:1-12 (Numbers 22-24 – extra background reading)

Reflect:

The visit of the magi is perhaps the most unexpected event of the Advent story. The magi were a class of Persian/Babylonian wisemen and priests with expertise in astrology and the interpretation of dreams. They were clearly Gentiles so it is somewhat surprising to see them included in Jesus’ birth narrative. This is a matter worth exploring.

It all started with a star. When the magi saw a new star in their home country they interpreted it to mean that the messianic king, the king of the Jews, had been born in Jerusalem (vv 1-2). How could they know this? Perhaps they were aware of the “star” prophecy of Balaam, the non-Israelite prophet who came from their own country of Mesopotamia (see Numbers 22:5; Deuteronomy 23:4). Many centuries earlier when Balak, the Moabite king, summoned Balaam to curse Israel (see the story in Numbers 22-24), the Lord compelled him to speak only blessing on Israel, including the “star” prophecy:

A star will march forth out of Jacob, and a scepter will rise out of Israel (Numbers 24:17).

The magi must have had some such understanding, because they promptly undertook a long journey and upon arrival in Jerusalem they immediately inquired where this newborn king of the Jews was to be found, for we saw his star when it rose (v 2). Then when the star guided them to Bethlehem and hovered directly over the place where the child was they rejoiced exceedingly with great joy (vv 9-10). The nature of this star has never been established with certainty by astronomical research, but I wonder if it may have been a special “light” provided by God to guide the magi to the exact spot where Jesus lay and then stopped there.

Perhaps even more important than how they were directed to make the journey is why they made it. Sight-seeing was not their purpose; they had come to worship him (v 2). They recognized that this king of the Jews was also their king, but more than just an ordinary king: this king deserved their worship. In this baby they somehow saw God in the flesh. Furthermore, this was dramatically emphasized when they saw Jesus and immediately prostrated themselves before the baby and worshipped him (v 11). One should note that the magi sought for Jesus to worship him, which stands in sharp contrast to Herod who sought for Jesus to destroy him. It is also remarkable that such exuberant joy and adoration came through non-Israelite sources from whom it was probably least expected.

The magi, anticipating that they would meet a king, had brought along expensive gifts of gold, frankincense and myrrh which were suitable for royalty. These they presented to Mary for Jesus as a sign of their devotion and respect. Their delight in meeting the true king of this world showed itself in generous gifts of personal sacrifice. The visit of the magi is perhaps also an early signal that Gentiles would be included in the sovereign and gracious rule of this king. When their worship and adoration was completed the magi, heeding a warning dream, returned to their own country without notifying Herod. The God who led them to Jesus now led them home in a manner that protected Jesus.

The story of the magi teaches us several things. First, God can reveal himself to and through people from whom we may not expect it. He has not left himself without witness in the wider world and we need to watch for it. Secondly, the “search” for Jesus so we can worship him needs to become our supreme passion overriding other pursuits. Thirdly, great joy comes with finding Jesus and leads to sacrificial giving. Fourthly, much praise should be given to God for including Gentiles into his family as equal members of the people of God.

Respond:

Like the magi we bow before our Lord in worship.        

6 Come! Let’s bow down and worship! Let’s kneel before the LORD, our creator! 7 For he is our God; we are the people of his pasture, the sheep he owns. (Psalm 95:6-7)


Visita de Adviento de los Reyes Magos

Lea:

Mateo 2:1-12 (Números 22-24 – lectura adicional de antecedentes)

Reflexione:

La visita de los magos es quizás el acontecimiento más inesperado de la historia del Adviento. Los magos eran una clase de sabios y sacerdotes persas/babilónicos con experiencia en astrología e interpretación de sueños. Claramente eran gentiles, por lo que es algo sorprendente verlos incluidos en la narración del nacimiento de Jesús. Este es un asunto que vale la pena explorar.

Todo empezó con una estrella. Cuando los magos vieron una nueva estrella en su país de origen, la interpretaron como que el rey mesiánico, el rey de los judíos, había nacido en Jerusalén (vv 1-2). ¿Cómo podían saber esto? Quizás estaban al tanto de la profecía de la “estrella” de Balaam, el profeta no israelita que vino de su propio país de Mesopotamia (ver Números 22:5; Deuteronomio 23:4). Muchos siglos antes, cuando Balac, el rey moabita, convocó a Balaam para maldecir a Israel (ver la historia en Números 22-24), el Señor lo obligó a pronunciar solo bendiciones sobre Israel, incluida la profecía de la “estrella”:

Una estrella saldrá de Jacob, y un cetro se levantará de Israel (Números 24:17).

Los magos deben haber tenido tal entendimiento, porque rápidamente emprendieron un largo viaje y al llegar a Jerusalén inmediatamente preguntaron dónde se encontraba este recién nacido rey de los judíos, porque vimos su estrella cuando salió (v 2). Luego, cuando la estrella los guió a Belén y se cernió directamente sobre el lugar donde estaba el niño, se regocijaron sobremanera con gran gozo (vv 9-10). La naturaleza de esta estrella nunca ha sido establecida con certeza por la investigación astronómica, pero me pregunto si pudo haber sido una "luz" especial provista por Dios para guiar a los magos al lugar exacto donde yacía Jesús y luego se detuvo allí.

Quizás aún más importante que cómo se les indicó que hicieran el viaje es por qué lo hicieron. Hacer turismo no era su propósito; habían venido a adorarlo (v 2). Reconocieron que este rey de los judíos también era su rey, pero más que un rey ordinario: este rey merecía su adoración. En este bebé de alguna manera vieron a Dios en la carne. Además, esto se enfatizó dramáticamente cuando vieron a Jesús e inmediatamente se postraron ante el bebé y lo adoraron (v 11). Uno debe notar que los magos buscaron a Jesús para que lo adorara, lo que contrasta fuertemente con Herodes que buscó a Jesús para destruirlo. También es notable que tal gozo y adoración exuberantes vinieran de fuentes no israelitas de quienes probablemente menos se esperaba.

Los magos, anticipando que se encontrarían con un rey, habían traído costosos obsequios de oro, incienso y mirra que eran adecuados para la realeza. Estos se los presentaron a María por Jesús como señal de su devoción y respeto. Su deleite por conocer al verdadero rey de este mundo se manifestó en generosos obsequios de sacrificio personal. La visita de los magos es quizás también una señal temprana de que los gentiles serían incluidos en el gobierno soberano y lleno de gracia de este rey. Cuando terminaron su culto y adoración, los magos, prestando atención a un sueño de advertencia, regresaron a su propio país sin notificárselo a Herodes. El Dios que los llevó a Jesús ahora los llevó a casa de una manera que protegía a Jesús.

La historia de los magos nos enseña varias cosas. Primero, Dios puede revelarse a sí mismo a través de personas de las que no lo esperamos. Él no se ha dejado a sí mismo sin testimonio en el resto del mundo y debemos estar atentos a ello. En segundo lugar, la “búsqueda” de Jesús para que podamos adorarlo debe convertirse en nuestra pasión suprema por encima de otras actividades. En tercer lugar, el gran gozo viene al encontrar a Jesús y lleva a dar con sacrificio. En cuarto lugar, se debe dar mucha alabanza a Dios por incluir a los gentiles en su familia como miembros iguales del pueblo de Dios.

Responda:

Como los magos, nos inclinamos ante nuestro Señor en adoración. 6 Vengan, adoremos e inclinémonos. Arrodillémonos delante del Señor, nuestro creador, 7 porque él es nuestro Dios. Somos el pueblo que él vigila, el rebaño a su cuidado. ¡Si tan solo escucharan hoy su voz! (Salmo 95:6-7)