Read:
Hebrews 1:1-4; 1 Peter 1:3-12; Galatians 4:1-7
Reflect:
The advent of Jesus is God’s work! It is not a story invented by people. Rather, it is God’s gift to people – to us! He has done it!! So we begin with reflections on God and the wonderful reality he graciously created for human benefit. This then is not a concocted story, but the reality that actually exists.
Ever since the creation of the heavens and the earth, and the subsequent, disastrous defection of our first parents into disobedience and enslavement to sin, God has been at work to reclaim his creation and redeem his fallen people. It is a long story with many twists and turns climaxing in the arrival of Jesus in this world. God himself, in Jesus, has come to bring wholistic salvation to his world and its people.
Notice how the author of Hebrews describes it:
1 Long ago, at many times and in many ways, God spoke to our fathers by the prophets,
2 but in these last days he has spoken to us by his Son, whom he appointed the heir of all things, through whom also he created the world. 3 He is the radiance of the glory of God and the exact imprint of his nature, and he upholds the universe by the word of his power. After making purification for sins, he sat down at the right hand of the Majesty on high, 4 having become as much superior to angels as the name he has inherited is more excellent than theirs. (Hebrews 1:1-4).
The prophets spoke at length and for centuries of the Messiah’s advent without fully understanding what they were predicting, even though they searched diligently for insight into things never revealed to them (see 1 Peter 1:10-12). The fuller revelation had to wait for the arrival of Jesus: but in these last days he has spoken to us by his Son (v 2). This Son is in very nature God, and after making purification for sins (v 3), he now is exalted and enthroned in glorious splendor at God’s right hand (v 3). There is none greater than he, not even angels (v 4). He is, and has given, the final Word! The apostle Paul puts this long story of God’s action in memorable terms:
4 But when the fullness of time had come, God sent forth his Son, born of woman, born under the law, 5 to redeem those who were under the law, so that we might receive adoption as sons. (Galatians 4:4-5)
In his own timing God entered human history in the person of Jesus to rescue and adopt us as his children. The coming of Jesus into the world was the fulfillment and climax of the long-held hope of Israel’s story as told in the Old Testament. And by God’s grace it opened the door of salvation for the whole world. What a gift and what a privilege! Thanks be to God!
Several wonderful realities shine out from this brief reflection. First, God is sovereign in his universe. He has the intention and power to accomplish his purposes, and he will do so. What a comfort to know that God, not the various rulers of this age, is in ultimate control! Secondly, God is good and gracious in his nature and actions. In the first advent he sent his Son into the world for our redemption, which he will bring to full realization in his second advent.
Therefore, we have a blessed hope (Titus 2:11-14).
Respond:
1 Bless the LORD, O my soul, and all that is within me, bless his holy name! 2 Bless the LORD, O my soul, and forget not all his benefits, 3 who forgives all your iniquity, who heals all your diseases, 4 who redeems your life from the pit, who crowns you with steadfast love and mercy, 5 who satisfies you with good so that your youth is renewed like the eagle’s. (Psalm 103:1-5)
“Praise God from whom all blessings flow!” AMEN!
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El Adviento es un regalo de Dios
Lea:
Hebreos 1:1-4; 1 Pedro 1:3-12; Gálatas 4:1-7
Reflexione:
¡El advenimiento de Jesús es obra de Dios! No es una historia inventada por la gente. Más bien, es un regalo de Dios para las personas, para nosotros, ¡Él ha hecho! Así que empecemos con reflexiones sobre Dios y la maravillosa realidad que Él creó en su gracia para el beneficio humano. Esta no es una historia inventada, sino la realidad que existe realmente.
Desde la creación de los cielos y la tierra, y la subsiguiente y desastrosa deserción de nuestros primeros padres a la desobediencia y la esclavitud del pecado, Dios ha estado obrando para reclamar su creación y redimir a su pueblo caído. Es una larga historia con muchos giros y vueltas que culminan con la llegada de Jesús a este mundo. Dios mismo, en Jesús, ha venido a traer la salvación integral a su mundo y a su gente.
Note cómo el autor de Hebreos lo describe:
1 Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas. 2 Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo. 3 El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo. 4 Esto demuestra que el Hijo es muy superior a los ángeles, así como el nombre que Dios le dio es superior al nombre de ellos. (Hebreos 1:1-4).
Los profetas hablaron extensamente y durante siglos del advenimiento del Mesías sin entender completamente lo que estaban prediciendo, a pesar de que buscaron diligentemente para comprender cosas que nunca les fueron reveladas (ver 1 Pedro 1: 10-12). La revelación completa tuvo que esperar a la llegada de Jesús: en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo (v 2). Este Hijo es por naturaleza Dios, y después de habernos limpiado de nuestros pecado (v 3), ahora es exaltado y entronizado en glorioso esplendor a la diestra de Dios (v 3). No hay mayor que él, ni aun los ángeles (v 4). ¡Él es, y ha dado, la Palabra final! El apóstol Pablo pone esta larga historia de la obra de Dios en términos memorables:
4 Sin embargo, cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley. 5 Dios lo envió para que comprara la libertad de los que éramos esclavos de la ley, a fin de poder adoptarnos como sus propios hijos. (Gálatas 4:4-5)
En su propio tiempo, Dios entró en la historia humana en la persona de Jesús para rescatarnos y adoptarnos como sus hijos. La venida de Jesús al mundo fue el cumplimiento y el clímax de la tan hanelada esperanza de la historia de Israel tal como se cuenta en el Antiguo Testamento. Y por la gracia de Dios abrió la puerta de la salvación para todo el mundo. ¡Qué regalo y qué privilegio! ¡Gracias a Dios!
Varias realidades maravillosas se desprenden de esta breve reflexión. Primero, Dios es soberano en su universo. Tiene la intención y el poder para lograr sus propósitos, y así lo hará. ¡Qué consuelo saber que Dios, y no los diversos gobernantes de esta época, tiene el control supremo! En segundo lugar, Dios es bueno y misericordioso en su naturaleza y sus acciones. En el primer advenimiento envió a su Hijo al mundo para nuestra redención, la cual llevará a cabo plenamente en su segundo advenimiento.
Por tanto, tenemos una esperanza bienaventurada (Tito 2:11-14).
Responda:
1 Que todo lo que soy alabe al Señor; con todo el corazón alabaré su santo nombre. 2 Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. 3 Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades. 4 Me redime de la muerte y me corona de amor y tiernas misericordias. 5 Colma mi vida de cosas buenas; ¡mi juventud se renueva como la del águila! (Salmo 103:1-5)
“¡Alabado sea Dios de quien fluyen todas las bendiciones!” ¡AMÉN!